SANTO DOMIGO-. Posiblemente haya escuchado que esta afección también se llama enfermedad de Willis Ekbom, por los apellidos de los médicos que la describieron por primera vez.
Igual que en los adultos, los
niños tienen sensaciones en las piernas que les dificultan quedarse o
permanecer dormidos. Cuando la sensación se presenta con regularidad, podría
tratarse del síndrome de las piernas inquietas, considerado como un trastorno
del sueño.
El síndrome de las piernas
inquietas se presenta en alrededor del 2 por ciento de los niños en edad
escolar. Puede ser hereditario, de modo que es posible que el padre o la madre
de los niños que presentan estos síntomas también tengan el síndrome de las
piernas inquietas.
Similar a lo que ocurre con los
adultos, el síndrome de las piernas inquietas puede hacer difícil que un niño
duerma bien por la noche, pero no lleva a otros problemas de salud infantil. Existen
tratamientos que, generalmente, reducen o eliminan el síndrome de las piernas
inquietas.
Al principio, puede ser
complicado diagnosticar en un niño el síndrome de las piernas inquietas,
afección caracterizada por una urgencia desagradable e incómoda de mover las
piernas. Algunos lo describen como una sensación de que algo trepa, hala o
quema en los muslos, las pantorrillas o los pies. Los niños pueden describirlo
como «insectos» o algo parecido.
La sensación se alivia
temporalmente al levantarse y caminar, cambiar de postura o estirar las
piernas. Los niños también tienen lo que se conoce como «dolores del
crecimiento», que normalmente van desapareciendo y no se relacionan con ninguna
necesidad de moverse.
Los síntomas del síndrome de las
piernas inquietas normalmente empiezan por la noche, después de que la persona
haya pasado sentada o acostada por un rato. Estos síntomas también pueden
ocurrir durante el día, cuando la persona está sentada, pero normalmente
empeoran en la noche. A veces, los niños tienen estas sensaciones mientras
están sentados en el automóvil o en el aula.
Muchas personas sienten ligeros
espasmos en las piernas, a medida que se quedan dormidas. Estos movimientos se
conocen como «sacudidas hípnicas» y son parte normal de quedarse dormido; es
decir, no se relacionan con el síndrome de las piernas inquietas, porque en este,
la sensación es mucho más incómoda y suele hacer difícil conciliar el sueño y
mantenerse dormido.
En ocasiones, también las torceduras musculares o ligamentosas pueden malinterpretarse como síndrome de las piernas inquietas. Sin embargo, una torcedura suele aliviarse con reposo, mientras que el síndrome de las piernas inquietas empeora al mantener quietas las extremidades.
Los proveedores de atención
médica generalmente diagnostican el síndrome de las piernas inquietas con base
en los síntomas. En los niños, los síntomas pueden aparecer pronto, hacia los 5
o 6 años. El trastorno de déficit de atención con hiperactividad puede
coexistir en alrededor del 30 por ciento de los niños que presentan el síndrome
de las piernas inquietas.
No es necesario hacer estudios
del sueño, a menos que el niño sea incapaz de describir bien los síntomas, pues
según la etapa de desarrollo evolutivo en la que se encuentre, puede resultar
difícil para el niño describir estas sensaciones raras en las piernas; por ello,
es importante hablar con un proveedor de atención médica acerca de las
alternativas.
El tratamiento del síndrome de
las piernas inquietas se enfoca en aliviar los síntomas. Tomar un baño en agua
tibia, masajear las piernas y aplicar compresas frías o calientes calma los
síntomas del síndrome de las piernas inquietas. Hacer con regularidad
estiramientos y, luego, ejercicio moderado, así como establecer buenos hábitos
para el sueño también hace diferencia. Consumir cafeína, alcohol o tabaco
desencadena o empeora los síntomas.
Los estudios muestran que
consumir una alimentación con poco hierro puede contribuir al síndrome de las
piernas inquietas. Algunos niños pequeños consumen mucha cantidad de leche de
vaca y eso puede llevarlos a tener un nivel bajo de hierro. Por ello, vale la
pena hablar con el pediatra para revisar el nivel del hierro en la sangre del
niño.
Si se encuentra bajo, puede
ayudar ofrecerle alimentos con alto contenido de hierro, como carnes rojas,
verduras de hoja verde, habichuelas o legumbres en general y pan, cereales o
fideos fortificados con hierro. El proveedor de atención médica también podría
recomendar un suplemento de hierro, lo que suele ser la primera alternativa en
el tratamiento de los niños.
La Administración de Alimentos y
Medicamentos de Estados Unidos no ha autorizado ningún medicamento para el
síndrome de las piernas inquietas en los niños. No obstante, cuando el niño no
responde a otras medidas tomadas para controlar los síntomas, un médico
especializado en medicina del sueño puede considerar ciertos medicamentos.
En los adultos, cuando los
cambios en el estilo de vida no bastan, existen medicamentos que pueden reducir
los síntomas propios del síndrome de las piernas inquietas. Se ha demostrado
que los medicamentos ayudan y entre ellos están los que afectan una sustancia
química del cerebro, llamada dopamina. La función de la dopamina es enviar
mensajes desde el cerebro al cuerpo para controlar los movimientos musculares.
Los investigadores creen que el síndrome de las piernas inquietas se vincula
con poca actividad de la dopamina en el sistema nervioso.
Tenga presente que ciertos
medicamentos pueden empeorar los síntomas del síndrome de las piernas
inquietas, como algunas pastillas para dormir que son de venta libre y
contienen difenhidramina, los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina y los antieméticos (contra las náuseas). Revise los medicamentos
actuales con el proveedor de atención médica. Ese profesional puede recomendarle
sustitutos, según corresponda, para controlar el síndrome de las piernas
inquietas.
0 comentarios:
Publicar un comentario